7, octubre, 2024

Troya: la muerte que ensombreció el rodaje, la indemnización de Brad Pitt a Eric Bana y el arrepentimiento de Orlando Bloom

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Ir a notas de Martín Fernández Cruz

Las películas de batallas ambientadas en la antigua Grecia (o de “sandalias y espadas”, nombre con el que se popularizó el género) habían pasado de moda, y el público no parecía interesado en coliseos e historias de ese período, hasta que el éxito de Gladiador demostró lo opuesto. El film protagonizado por Russell Crowe y dirigido por Ridley Scott tomó a Hollywood por sorpresa y puso en marcha el interés de los productores por apuestas similares. Y sin lugar a dudas, aún con sus aciertos y errores, Troya fue el título que mejor exprimió la renovada curiosidad de los espectadores por la historia antigua.

Tiempo de revancha

El guionista David Benioff, junto a su esposa, la actriz Amanda Peet. Varios años antes de saltar al a fama con Game of Thrones, el escritor elaboró Troya. Shutterstock

Aunque no tenía demasiados créditos como guionista, un joven llamado David Benioff -el mismo que, años más tarde, comenzaría a gestar otro proyecto largamente acariciado: la adaptación televisiva de la saga literaria Game of Thrones- era un apasionado de Grecia. Cuando era niño, su madre le leía La Ilíada antes de dormir y conocía ese mundo de memoria. De hecho, soñaba con llevar al cine una historia inspirada en la guerra de Troya, y cuando tuvo la posibilidad de reunirse con la cúpula de Warner Bros. les propuso esa idea. Poco después, Benioff entregó el guion de Troya y el proyecto se puso en marcha.

Warner sabía que Troya tenía el potencial de ser un tanque cinematográfico, de esos que convocan a los espectadores de a millones. Y con esa intención, el estudio autorizó para el film la friolera de doscientos millones de dólares en presupuesto, una suma gigantesca que pretendía plasmar en pantalla los colosales escenarios y las multitudinarias batallas en las que transcurría la épica.

Gladiador puso nuevamente de moda un género olvidado por Hollywood, y su éxito derivó en la producción de films como TroyaGETTY IMAGES

El director alemán Wolfgang Petersen estaba profundamente arrepentido. A finales de los años 90, Gladiador comenzaba a gestarse y él era el candidato a dirigirla. Sin embargo, él rechazó la propuesta porque estaba detrás de un film que reuniría a Superman y Batman. La apuesta salió mal: el largometraje superheroico pronto se estancó y Petersen se quedó con las manos vacías. Por eso, cuando Warner lo convocó para dirigir Troya, no lo dudó ni un instante y aceptó.

El mítico guerrero Aquiles era el gran motor del relato, por lo que el actor que lo encarnara debía tener un carisma desbordante, que cautivara a los espectadores y los persuadiera de estar realmente ante el soldado más feroz de la historia antigua. Y Petersen los sabía: el único que podía cumplir dicha tarea era Brad Pitt. Comprometido con la causa, el intérprete se sometió a un duro entrenamiento durante seis meses, con el objetivo de desarrollar un físico similar al de las estatuas griegas.

Con respecto a Héctor y a Paris, el realizador eligió a Eric Bana y a Orlando Bloom respectivamente. El primero era un actor australiano comenzaba su carrera en Hollywood, y el segundo era una estrella que buscaba roles más complejos que el de Legolas en El señor de los anillos, el papel por el que había ganado una considerable popularidad.

Uno de los mayores debates alrededor del elenco tuvo como eje la figura de Helena. Originalmente, el director no quería que la mujer que desata la guerra apareciera en pantalla, debido a que consideraba que ninguna actriz podía reflejar la belleza que tenía ella, según los textos. Pero los productores insistieron con que Helena debía aparecer en el transcurso de la historia, y que alguien debía representarla. Debido a eso es que Petersen hizo un casting de actrices no muy conocidas, y de ahí surgió Diane Kruger (que, como es sabido, comenzó aquí una auspiciosa carrera).

El último gran acierto de casting, fue sumar al legendario Peter O´Toole. El prestigioso intérprete inglés compuso a Príamo, y su presencia enalteció al film. Para muchos jóvenes actores, trabajar junto a esa leyenda fue impagable, como en una oportunidad comentó Sean Bean: “La primera vez que lo vi en el rodaje, él estaba con una túnica, fumando un cigarrillo con boquilla, y me dijo: ´Sean, ¿cómo estás, mi querido muchacho?´. Él simplemente era como siempre lo había imaginado”.

Mil batallas y mil accidentes

El rodaje de Troya fue una épica a la altura de las circunstancias. Un relato de ese tamaño, que exigía decenas de extras en pantallas, todos embutidos en bestiales combates cuerpo a cuerpo, era una invitación a toda clase de accidentes; por eso es que el equipo de producción estuvo especialmente atento a coreografiar y coordinar con suma precisión cada una de esas escenas. Si bien el avance de la tecnología digital permitía multiplicar exponencialmente la cantidad de navíos y soldados, era necesario mostrar la sangre y la carne en pantalla, para darle a la historia la visceralidad requerida.

Si bien hubo golpes no deseados, la gran tragedia en el rodaje de Troya fue la muerte del fisicoculturista George Camilleri: durante una secuencia de pelea, se rompió una pierna y debió ser sometido a una cirugía de emergencia; pero poco después murió a raíz a una serie de problemas derivados de esa lesión.

Otra complicación que azotó a la producción del film, fueron las elevadas temperaturas de Malta, en donde transcurrió buena parte del rodaje. Y cuando mudaron la filmación a México, allí se enfrentaron al huracán Marty, que causó daños en la zona por millones de dólares y destruyó más de cuatro mil casas.

Una de las escenas más importantes del largometraje muestra el enfrentamiento entre Aquiles y Héctor. Decididos a no usar dobles, Pitt y Bana ensayaron incansablemente ese combate, procurando no golpearse demasiado. Cuando llegó el momento de filmar, ambos hicieron una apuesta por la cual cada uno debía pagarle al otro, por cada golpe accidental, cincuenta dólares si el impacto era liviano, y cien si era más fuerte. Cuando terminaron de grabar, Pitt debió pagarle a su compañero 750 dólares; por su parte, Bana, que fue mucho más cuidadoso, no debió darle ni un solo centavo a Brad.

Troya se estrenó en cines en mayo de 2004 y fue un verdadero éxito. Sin darle mayor importancia a groseras imprecisiones históricas o al desfile de actores hablando con acentos marcadamente distintos, Petersen tenía puesto el enfoque en la épica cinematográfica. Y con una recaudación de quinientos millones de dólares, el film se consagró como uno de los mayores sucesos de ese año. Sin embargo, con el correr del tiempo, algunos de sus protagonistas manifestaron su descontento con esa experiencia.

Peter O´Toole, por ejemplo, nunca vio la película completa y criticó duramente el trabajo de Petersen al frente del proyecto. En la misma línea, Orlando Bloom recientemente expresó: “A mucha gente le encanta esa película, pero para mí interpretar ese personaje fue como…”, dijo, antes de simular que se cortaba el cuello. “¿Se me permite decir todas estas cosas? No quería hacer la película. No quería interpretar a este personaje. Estaban Brad, Eric y Peter O’Toole. ¿Entonces cómo iba a interpretar yo ese personaje? Hacerlo fue completamente en contra de todo lo que sentía en mi ser”, explicó. Y brindó un ejemplo: “En un momento, el guion dice: ‘Paris se arrastra por el suelo después de haber sido golpeado por alguien y sostiene la pierna de su hermano’. Yo pensé: ‘¡No voy a poder hacer esto!’ (…). Creo que por eso lo borré de mi mente”.

Orlando Bloom, en una escena de Troya, junto a Diane Kruger

Por su parte, Diane Kruger le dijo a Variety en 2023 que, si bien la experiencia le resultó “estimulante”, todo le pareció un “circo” y remarcó que la prensa fue muy dura con ella. Brad Pitt tampoco fue muy amable en su recuerdo. En una nota, el intérprete confesó que hizo Troya como favor a Warner, cuando le permitieron abandonar otro proyecto que debía protagonizar, y detalló: “No fue tan terrible, pero me doy cuenta que la manera en que me presentaron la película no fue la forma en la que yo quería hacerla. Lo que quiero decir es que no podía salir del centro del plano, y eso me volvía loco. Supongo que me malacostumbré trabajando con alguien como David Fincher. Y esto no es una crítica para Wolfgang Petersen, pero Troya es algo muy comercial”.

Brad Pitt junto al director Wolfgang Petersen en TroyaWarner

A veinte años de su estreno, y a pesar de las miradas negativas que recibió, Troya no perdió su lugar en la cultura popular, como una de las últimas grandes apuestas de Hollywood por la historia antigua.

Troya se encuentra disponible en MAX

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